El mundo digital, en constante expansión, suscita apasionados debates sobre la soberanía digital. En el centro de este debate, el código abierto se perfila como una cuestión clave. Al permitir el libre acceso al código fuente, democratiza la tecnología. Reduce la dependencia de los gigantes tecnológicos y del software propietario, reforzando la capacidad de los usuarios para controlar sus sistemas. Por su naturaleza transparente y colaborativa, el código abierto ofrece una oportunidad sin precedentes para reforzar la soberanía digital de las empresas.
Transparencia y control
Con más del 80% de las aplicaciones y sitios web del mundo alojados en servidores web de código abierto, y un mercado valorado en 5.900 millones de euros en países como Francia en 2022, su legitimidad en el sector del software está fuera de toda duda. Y hay varias razones por las que es tan popular.
La principal ventaja es que el código fuente del software es de libre acceso y puede modificarse según las necesidades. Así, la comunidad del código abierto conoce el software y puede compartirlo como desee para contribuir a su desarrollo.
Esto ayuda a mejorar la calidad del software de código abierto al beneficiarse de la experiencia de usuarios y desarrolladores. Una ventaja significativa en términos de fiabilidad y, por tanto, de ciberseguridad: los fallos se detectan rápidamente y se corrigen aún más rápido.
Por supuesto, utilizar código abierto no significa necesariamente que el software sea gratuito. Las ampliaciones específicas, el soporte o los contratos de alojamiento requieren presupuestos para que la experiencia sea positiva y tenga éxito. Pero el código abierto da el control a las empresas que lo utilizan. ¿Por qué lo hacen? Porque pueden presentar sus propias aportaciones, patrocinar desarrollos o plugins para satisfacer sus necesidades y, sobre todo, decidir desplegar el software de código abierto como mejor les parezca.
Del código abierto a la soberanía digital
Pero código abierto no es sinónimo de soberanía digital. Simplemente da más control. Al utilizar el código abierto, las empresas tienen la oportunidad de liberarse de las soluciones de software «cerradas» y sujetas a licencia, como las de las GAFAM, la mayoría de las cuales no son soberanas. Éstas almacenan y conservan los datos en centros de datos fuera de Europa, sobre todo en Estados Unidos. Los datos están por lo tanto sujetos a leyes extraterritoriales como la American Cloud Act.
Con la flexibilidad del código abierto, las empresas pueden desplegar sus aplicaciones en la infraestructura que elijan, en función de sus limitaciones legales o de seguridad: en un cloud público europeo o un cloud privado en un país más concreto como por ejemplo Suiza o, por qué no, in situ si gestionan su propia infraestructura. De este modo, tienen soberanía sobre sus datos. Es en esta combinación donde confluyen el mundo del código abierto y la soberanía.
Elegir una solución de código abierto que preserve la soberanía digital
Según el Reglamento Europeo de Protección de Datos, para conservar su soberanía, los datos deben estar :
- Alojados en un centro de datos en España o en la Unión Europea.
- Conformes con el RGPD.
Esto garantiza que la empresa cumple la normativa cuando se trata de alojar sus datos y los de sus usuarios o clientes. Por tanto, la elección del hosting es crucial.
En términos prácticos, para su software de código abierto, las empresas pueden elegir una instalación in situ o contratar a un proveedor de hosting en la nube en función de sus necesidades en términos de soberanía, normas de seguridad y, por supuesto, consumo de recursos para su RSC. Conservan su independencia informática (que es otra forma de soberanía) al ser responsables de desplegar y actualizar la aplicación de código abierto.
Sin embargo, si quieren liberarse de la gestión técnica (instalación, actualización, planificación de la capacidad, supervisión, etc.), pueden encontrar soluciones de código abierto «llave en mano». Éstas son desplegadas en infraestructuras soberanas por proveedores de servicios especializados que a menudo son el editor o el principal patrocinador de la solución de código abierto.
Este es el modelo elegido por el operador noruego Altibox, por ejemplo. Este último ha empezado a utilizar recientemente la solución SOGomail como servicio de correo para sus usuarios. Alinto la instaló y desplegó en una infraestructura soberana en Europa y energéticamente eficiente.